De los dos minutos y medio que duran las imágenes extraídas
de la película italiana “La mujer que viene del mar”, tomadas íntegramente en
el puerto de Algeciras y alrededores, el espectador no puede por menos que
experimentar un pequeño escalofrío nostálgico oyendo la voz en off que habla de
una ciudad del Mediterráneo “tranquila y somnolienta”.
Aquella ciudad, aquella Algeciras se veía claramente volcada
sobre su puerto y la pesca. Al menos así lo resalta el director del film con
los planos del puerto y los pescadores extendiendo las redes para su revisión y
reparación. Y un puerto que, a juzgar por el número de naves atracadas y
cercanas, ya apuntaba maneras. Con una romántica locomotora a carbón que ya por
aquel entonces entraba al interior del puerto para recoger la carga que los
cabestrantes de las naves posaban sobre su cadeneta de vagones.
Algeciras, dentro de una bahía limpia. Sin contaminación,
sin refinería, petroquímica o acería.
Era la Algeciras que recordamos los que ya ni peinamos cana.
La Algeciras marinera y pescadora. Con un precioso río que desde que alcanzo a
recordar ya recibía los “encantos” de los algecireños y él en venganza los
lanzaba a los dos vientos, dando a la zona su peculiar olor.
Aunque en el film se habla de 1940, en realidad las imágenes
están tomadas en 1957, desconozco si es una licencia cinematográfica o que
Algeciras cambió poco en 17 años.
En cualquier caso la candidez de los fotogramas, su fingida
ingenuidad y su aparente bullicio por lo
que ahora pudiera ser la zona de la Marina, son de una belleza plástica
incuestionable. El hotel Cristina, elegante y señorial ofrecía al viajero (de
posibles) una hospitalidad que no envidiaba casi nada a los mejores hoteles del
resto de España (y ya por aquellos años, se servía whisky escocés).
Casi dan ganas de volver a aquellos días. Pero, no.
Cualquier tiempo pasado no fue mejor.
Hoy Algeciras con la bahía perdida casi definitivamente, aún
conserva parte de aquel candor, de aquella somnolencia. Pero ya no ha
permanecido inmóvil al paso del tiempo.
Algeciras, es hoy día una gran ciudad, que aspira a más. Que
está imbricada al siglo XXI tanto como al Mediterráneo.
Que quiere ser capital y que posiblemente lo sea y sus
habitantes de hoy serán testigo de ello.
Tenemos nuestras responsabilidades con nuestro pasado pero
estamos resueltamente implicados con nuestro futuro.
Conclusión, primero, vean el vídeo que ya sólo por las
imágenes de Algeciras, merece la pena. (No haré algún comentario sobre las
femeninas piernas que al final se ven).
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