Por el día de la poesía
En la calle que fragua el negro hielo eviterno
encontré agachado un gemido, blanco y hondo,
que me pertenecía. Era una noche de invierno,
estaba bronco y perdido, con frío, supongo.
Parecía un cigoto confuso, sin genes.
La calle dentada le generaba un concierto
desconcierto, de idas y venidas de trenes,
de plebeyos rumores, que nunca fueron ciertos.
Lo abrigué entre mis dedos.
-¡Éh!, ¡tú me perteneces!-
y henchido tembló por la hora del lamento muerto,
por la barca oriunda de mi pecho. Hasta cien veces
recuerdo, como acompañado y hermoso su cuerpo
surcaba la esencia del jengibre entre los peces.
-¿Cómo está ella?
-Sigue allá, por los bares del puerto.
© Alejandro Salgado Sevilla “La Ecografía de las Ninfas
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